El sentido de la devoción a los santos
Los Santos son nuestros modelos, son un regalo de Dios para que crezcamos al comparar nuestra vida con la de ellos. Si
ellos pudieron, nosotros también; así debemos pensar pues la santidad
suena en estos tiempos como algo lejano e inalcanzable, quizás hasta
pasado de moda. Sin embargo, es nuestra misión de vida como cristianos,
nuestra meta obligada. Por supuesto que solo podemos llegar a la
santidad con la ayuda y Gracia de Dios, pero El ve nuestro esfuerzo y
pone Su parte cuando iniciamos el camino con decisión y compromiso.
Algunos
santos son muy especiales, porque demostraron en vida la fortaleza
necesaria para imponerse a los frenos que el mundo pone a la conversión.
Ellos son soldados, soldados de Dios. Soldado de Dios es aquel que
lucha con las armas de la fe, el amor y la Palabra, contra las
tentaciones y ataques que el mal hace a las obras de Dios. De este modo
un soldado es un defensor de las obras del Señor ¡No es acaso un honor
gigantesco el ser de este modo soldado!
San
Expedito es sin dudas un modelo de fortaleza y compromiso con el Amor
de Dios, un defensor de Su Divina Voluntad. En estos tiempos su devoción
ha crecido porque la gente busca ayuda espiritual, intercesión ante el
Trono de Dios, y San Expedito viene a ocupar un espacio importante en
esa fundamental misión. Conozcamos su historia y devoción.
Historia de San Expedito
Los
datos más precisos sobre la vida militar de Expedito fueron recopilados
por un grupo de Jesuitas llamados Bolandistas, que se dedicaron a
investigar y recopilar del modo más preciso posible la vida de nuestro
santo. Con siglos de crónicas, San Expedito es conocido en toda Europa y
Asia menor. El santo habría sido armenio, y si bien se desconoce su
lugar real de nacimiento, es probable que haya sido la localidad de
Metilene, que es también en donde sufre su martirio. Otra posibilidad es
que fuera oriundo de Roma, y enviado en misión militar a Metilene. Esta
ciudad fue construida en el Siglo II por el emperador romano Trajano.
Armenia fue una de las primeras regiones en recibir las enseñanzas de
los apóstoles Judas Tadeo, Simón y Batoloméo, como así también un lugar
de innumerables persecuciones a los cristianos. En este país se derramó
la sangre de muchos mártires, entre ellos San Expedito y San Pantaleón.
San
Expedito era contemporáneo de Santa Filomena y San Jorge y vivió a
principios del siglo IV. Nuestro santo era un militar del Imperio Romano
que tenía a su cargo toda una legión a las ordenes de Dioclesiano,
emperador que años más tarde lo mandaría a matar. La Tradición cuenta
que Expedito era jefe de la 12ª Legión Romana conocida como
"Fulminante", que estaba establecida en Metilene, sede de una de las
provincias romanas da Armenia. Militar de carrera, tenía más de seis mil
hombres a su cargo, y había recibido el estricto entrenamiento militar
de las legiones del César, comprometido con la defensa del imperio y sus
leyes. Se cree que su nombre deriva de “Expedici”, que era un tipo de
formación militar romana ligera y veloz; seguramente nuestro santo se
inició en una unidad de este tipo y de allí deriva su apellido.
Milagro en batalla
Las
legiones eran poderosas unidades militares dispersas a lo largo y ancho
del imperio, con unos siete mil soldados de infantería cada una y
apoyadas también por caballería. Expedito estaba a cargo de la Legión
“Fulminante”, con el título de Tribuno, equivalente al rango de General
de División. Las milicias romanas habían recibido de Diocleciano el
decreto ordenando la persecución de los cristianos, que se oponían a
profesar la fe politeísta oficial del imperio. La pena era la muerte, y
en particular era la pena de flagelación y decapitación para los
funcionarios del imperio, militares o civiles, que se convirtieran al
cristianismo.
La legión de Expedito
estaba basada en Armenia y tenía como misión principal luchar contra los
pueblos bárbaros en la zona de Germania, esto es en Armenia y Turquía.
Habían luchado durante mucho tiempo, bajo las órdenes de su general,
pero habían agotado las provisiones de alimentos y agua en tierras que
estaban infectadas de enemigos. Finalmente, enfrentaron una vez más la
batalla sin tener las fuerzas para hacerlo. Expedito les habló, trató de
levantar sus espíritus una vez más, pera nada logró esta vez. El
enemigo estaba cada vez más cerca, y sin fuerzas, alimentos ni bebida,
nada podía hacerse.
Los soldados romanos
habían visto muchas veces lo que hacían los cristianos cuando
enfrentaban la muerte que ellos mismos les prodigaban: elevaban sus
brazos al cielo y pedían ayuda a su Dios. Y la leyenda decía que ese
Dios muchas veces escuchaba sus pedidos y oficiaba milagros. Para
sorpresa de Expedito, sus soldados, de uno en uno empezaron a elevar sus
brazos al cielo y rogar a ese Dios único de los cristianos del que
ellos habían escuchado hablar. Las tropas enemigas se sorprendieron
porque nunca habían visto a una Legión Romana completa elevando sus
brazos al cielo y rogando a Dios en pleno campo de batalla. Se
detuvieron extasiados, sin comprender lo que ocurría. En ese momento el
cielo se oscureció y precipitó un vendaval de viento y agua que cubrió a
soldados y bestias, transformando el lugar en confusión. La Fulminante
se recompuso y aprovechando la situación volvió a salir victoriosa de la
batalla.
La conversión y muerte de Expedito
Muchos
de los soldados de la legión se convirtieron al Cristianismo de
inmediato, felices de haber testimoniado el Poder del Dios Único.
Expedito no comprendía lo que ocurría, sin embargo su corazón estaba
tocado por la fortaleza de ese Dios que se había acordado de sus
hombres, y de él mismo. Su corazón sabía que Dios lo estaba llamando,
pero su puesto en la milicia romana no era compatible con tal
conversión, lo esperaba la muerte en caso de desafiar la autoridad del
Emperador. Los hechos llegaron a los oídos de Dioclesiano, que
preocupado envió ordenes para que se detenga esa revuelta militar, de
soldados romanos convertidos al cristianismo.
Expedito
dudó y dudó, postergó su decisión una y otra vez. Muchos de sus propios
soldados se habían unido a Jesucristo, a la fe de los cristianos. Su
corazón no se decidía entre los apegos a las glorias humanas, a su
carrera militar, y el llamado que indudablemente recibía desde lo alto.
Pero cierto día Expedito fue tocado por la Gracia de Dios y recibió la
Luz Divina. Este episodio cambiaría para siempre su vida, convirtiéndose
inmediatamente al cristianismo, cueste lo que cueste.
Conmovido
por los hechos vividos e inspirado por el Espíritu Santo, Expedito
resuelve un día cambiar su vida y convertirse al cristianismo. Fue
entonces que se le apareció el espíritu del mal en la forma de un
cuervo. El cuervo le gritaba ¡cras...cras...!, palabra latina que quiere
decir "mañana...mañana". Esta decisión déjala para mañana, le decía el
cuervo. ¡No tengas apuro! ¡Espera por tu conversión! Pero San Expedito
reaccionó enérgicamente aplastando al cuervo con su pie derecho mientras
exclamaba Hodie... Hodie... Hodie (que en latín significa Hoy... Hoy...
Hoy...). ¡No dejaré nada para mañana, a partir de hoy seré cristiano!
El
circo romano había sido creado por el Emperador para demostrar el poder
del Imperio, pero irónicamente había producido el efecto contrario, el
de difundir el cristianismo más y más. Cuando Expedito se convirtió al
Cristianismo comenzó a proteger a los mártires que eran devorados por
los leones en el circo. Para Dioclesiano esto era inadmisible, un
general a cargo de una Legión del Imperio se atrevía a desafiar su
decreto Imperial. De inmediato se ordenó el arresto y el interrogatorio
de Expedito y sus más cercanos soldados y amigos, todos convertidos a la
fe de Cristo, por aquellos que hasta poco tiempo atrás eran sus
compañeros de milicia.
El 19 de abril
del año 303 de nuestra era, por orden del Emperador Diocleciano, nuestro
santo fue sacrificado en Melitene, sede de una de las Provincias
Romanas en Armenia junto con sus compañeros de milicia Caio, Galatas,
Hermogenes, Aristonico y Rufo. La pena fue de flagelación (dando lugar
al posible arrepentimiento del reo) y la decapitación. Su sangre regó
aquellos primeros siglos de la Iglesia, junto a la de tantos otros
mártires que comprendieron que Cristo mismo, en Su Cruz, tiene Su Trono
en la celebración Eucarística legada en la noche del Jueves Santo.
La devoción a San Expedito
La
devoción a San Expedito se ha ido difundiendo especialmente en la época
moderna. Se recogen noticias de su devoción hacia mediados del siglo
XVII en Sicilia, especialmente, en las ciudades de Mesina y Arcireale,
donde en 1781 fue declarado segundo patrono de la ciudad y patrono
especial de comerciantes y navegantes, y también protector para obtener
rápida solución a los problemas urgentes. En nuestros tiempos, infinidad
de Iglesias tienen imágenes de nuestro santo, y rinden culto a su
devoción.
En forma coherente con su
propia historia de vida, San Expedito tiene un rol de intercesión
especial frente a Dios para atender los casos urgentes. Nos referimos a
los casos en que de producirse una demora habría un gran perjuicio. Es
conocido como uno de los abogados de las causas imposibles junto con
Santa Rita de Cascia y San Judas Tadeo (oriundo de Nazareth y primo del
Señor), a quienes también se les suele invocar en estos casos. También
ha pasado a ser patrono de las personas que quieren obtener una Gracia
por una causa perdida, pero la necesitan inmediatamente. De este modo,
San Expedito es reconocido por el Don que Nuestro Padre Misericordioso
le dio para resolver nuestras necesidades en formas urgente pero también
es Patrono de los Jóvenes, Socorro de los Estudiantes, Mediador en los
Procesos y Juicios, Salud de los Enfermos, Protector en los Problemas de
Familia, Laborales y Negocios, pudiendo ser invocado en otros casos.