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La Comision de familiares de caidos en Malvinas de la provincia del Chaco ..les invita a Rendir honores a nuetsros heroes Este 2/4 a 41 Años de malvinas. Dia de reflexion. ,




viernes, 22 de abril de 2011

veterano guerra de Malvinas BRENT DICK PALAVECINO AEROTRANSPORTADO 4 CORDOBA TESTIMONIO

MEMORIA Año 1982 - 2012

“Gran Malvina y Soledad”
MEMORIAS ESCRITAS POR UN SUBOFICIAL DE ARTILLERIA DURANTE EL CONFLICTO DEL ATLANTICO SUR ( ISLAS MALVINAS ).
Este año se cumplen 30  años, después de aquella pesadilla, que trataré de recordar: en ese entonces con treinta y siete años de edad, estaba prestando servicio en los cuarteles de la Brigada Aerotransportada de provincia de Córdoba.
Transcurrían los primeros días del mes de marzo del año mil novecientos ochenta y dos, cuando nos enteramos que las tropas especiales “Los Albatros” y “Los Lagartos” que pertenecían al Ejército y a la Marina, me dijeron que estaban a órdenes del entonces el Almirante Busser, participando también el entonces Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldin, y otros Jefes, quienes efectuaron la toma de Malvinas con un ataque sorpresa en pequeñas barcazas llamadas “Catamarán” que utilizaron para ese fin, regresando a nuestra tierra el patrimonio de las mismas después de casi 150 años de haber sido usurpadas por los piratas ingleses, esto ocasionó que las fuerzas Armadas se movilizaran hacia el continente frío, habiendo sido nosotros (el grupo de Artillería Aerotransportado 4) uno de los convocados en primer momento como arma de infantería, pero luego y modificada la órden tomamos el arma original y preparamos los obuses “Otto Melara”, salimos con 3 baterías completas, de las que una me pertenecía con 60 Soldados y 10 Suboficiales, nos trasladamos al aeropuerto “Pajas Blancas” de la ciudad de Cordoba, todos acompañados desde lejos por las familias, mi despedida fué bastante triste, en ese tiempo tenía a mis hijas de 10, 7, 3 años y la última de tan solo tres meses de vida.
Siendo las veintitres horas aproximadamente embarcamos en una máquina de Aerolíneas Argentina, ésta con doce asientos, los que fueron usados por el personal de mayor gerarquía que se trasladaba, los demás fueron colocados sentados en el piso uno tras de otro formando espigas a lo largo del avión, el vuelo duró dos horas y bajamos en el Aeropuerto de la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, donde vivaqueamos por una larga y fría jornada, ya en los cuarteles del lugar nos proveyeron de abrigos (Dubé, uniforme de combate, borceguíes, medias de lana, guantes y gorra pasamontañas), ya por la noche nos llegó la orden de embarcar nuevamente y fuimos trasladados directamente a las lejanas islas, también este viaje duró aproximadamente dos horas, llegando a la madrugada del día siguiente al aeropuerto de Soledad, desembarcamos en medio de una penumbra por la escasa luz que en esa parte existía, caminamos por espacio de media hora guiados por un oficial adelantado que conocía el terreno y luego nos preparamos para dormir nuestra primera noche en suelo malvinense, el clima entonces estaba muy húmedo, lloviznaba tenuezmente lo que acentuaba la noche fría, preparamos la bolsa de dormir y la cubrimos con las mantas y el paño de carpa, al amanecer y con las primeras luces del día comenzamos a preparar nuestras carpas formando el primer vivac de campaña del Grupo, hasta tanto recibiéramos las piezas de artillería que llegarían luego, (los días malvinenses aclaran a las ocho, a las nueve sale el sol y se pone a las tres de la tarde obscureciendo a las dieciocho), al segundo día de permanencia dimos la voz de alarma porque vimos sobre el océano una pequeña luz que avanzaba hacia nosotros, ni se imaginan lo que nuestras mentes comenzaban a pensar y los latidos de nuestros corazones palpitaban con mayor rapidéz, pero gracias a Dios solo fue el primer susto que nos dimos, así pasaron los días y el armamento no llegaba, las radios anunciaban que los días venideros serían crudos y se avecinaban tormentas de viento y lluvias frías, a la semana recibimos órden de cambiar de posición, lo que hicimos de inmediato desarmando todo y cargando en los bolsones lo que teníamos, acompañados por nuestro compañero más fiel que fué el fusil FAL y un rosario colgado en el cuello, comenzamos a caminar hasta aproximadamente tres kilómetros o más (ver anexo 1) por el camino que une el aeropuerto con la ciudad de Puerto Argentino la que fué con suerte, porque horas después de salir del lugar se recibió un bombardeo naval inglés con proyectiles de grueso calibre, el que barrió la anterior posición que ocupábamos, en este lugar recibimos las piezas de artillería, las que de inmediato preparamos para la defensa, pero lejos estábamos de pensar que el alcance de nuestras piezas de nada servirían para auyentar a los barcos que nos comenzaron a bombardear por las noches, desde el mar a largas distancias, pero teníamos otros problemas aparte del enemigo que nos acosaba, el pan duró apenas cinco días desde nuestra llegada y no recibíamos más víveres , la comida comenzaba a escasear y el suelo, ya que luego de cabar los pozos lo que costaba hacerlo por las piedras existentes, vertía agua llenando los mismos haciéndolo difícil de ser ocupados como refugios, por lo que se optó trabajar sobre la superficie armando casamatas con turbas cortadas del mismo terreno (mezcla de barro, aceite o petróleo y pasto húmedo, todo aceitoso que servía para hacer fuego porque esto se prendía como un trozo de carbón, el que al terminar se convertía en ceniza).
En la madrugada del primero de mayo y mientras estábamos descansando fuimos despertados por una fuerte y ensordecedora explosión seguidas de otras tres o cuatro y del tarareo de ametralladoras desde el aire, acompañadas por el ruido de motores de aviones que surcaban el aire sobre el aeropuerto, se nos paralizó el corazón pensando que a partir de ese momento nuestro fin estaría más cerca, y sin poder pedir ayuda a nadie, luego vuelve la calma sobre las islas, pero se supo que varios barcos ingleses comenzaban a rodearnos y a bombardearnos continuamente hoztigándonos a la rendición, días después nuevamente tuvimos que avandonar este lugar el que luego de dejarlo también fué intensamente bombardeado por los piratas, en esa oportunidad nos dirigimos hacia Puerto Argentino, esta vez con los obuses, a los que teníamos que llevarlos utilizando nuestras fuerzas porque no teníamos medios para efectuar los movimientos de traslados como ser camiones u otro vehículo necesario en estos casos, pasamos el poblado y continuamos hasta llegar a cuatro o cinco kilómetros, una zona llamada Sapher Hill donde existe un gran descampado, lo que parecía ser restos de una granja con campos para pastoreo de ovejas, rodeado de alturas hacia el mar y del otro lado una extensión de agua que continuaba hasta el puerto, en ese nuevo lugar se nos ordenó preparar la posición la que al parecer en esos momentos sería la definitiva, (ver anexo 2) en la parte alta de los bajos cerros existentes vertía agua de las entrañas de la tierra la que nos servía para tomar e higienizarnos superficialmente la que también las usábamos como letrinas (baños) ya que para bañarnos teníamos un turno cada dos días, de todos modos de poco servía porque la misma corría salada lo que cortaba el jabón en nuestros cuerpos, dificultando sacarnoslo del cuerpo, durante las pocas horas del día y siempre y cuando lo podía hacer yo recorría los campos cercanos a nuestra posición, aprovechaba para conocer y saludar a camaradas de otras unidades como las del Grupo de Artillería 3, que fueron de la ciudad de Paso de los Libres, Corrientes, y las del Batallón de Infantería de Marina 5, con quienes pude comer un pequeño trozo de carne de oveja la que fué cazada por casualidad ya que muy pocas habían dejado los isleños; mientras se estaba preparando la posición de defensa y en horas de la tarde surgió desde la nada una bengala dirigida desde el mar hacia nosotros, la misma iluminó nuestra ubicación sirviéndoles como punto céntrico del inmediato ataque de bombas que sumarían unas diez que se esparcieron por el campo, nos tomó un poco de sorpresa lo que motivó que algunos que estábamos trabajando a pesar de ver la señal no tuviéramos el suficiente tiempo para dejar el lugar con tranquilidad, pero lo tuvimos que hacer a último momento y con esfuerzo, tomando coraje y adivinando entre explosión y explosión de los proyectiles que caían casi reventándonos los tímpanos por la cercanía del choque con el suelo, nos escudamos en las alturas durante toda la noche bajo la interperie al resguardo de los proyectiles enemigos, bajo una tenue y pertinaz llovizna que no cesaba de caer, todo esto y la falta de alimentos proteínicos nos hacía sentir más el rigor del frío por las noches que llegaba a 23 grados bajo cero, acompañando a nuestras piezas se instaló un cañón bitubo 105 mm “Aerlicon” como defensa antiaérea de nuestra posición, casi hasta los primeros días de junio mi asistente y yo nos cubríamos con una inmensa piedra de aproximadamente cinco metros de largo, dos de ancho y uno de alto, (ver anexo 3) la que por suerte estaba apoyada a otra permitiéndonos darnos un pequeño lugar para introducirnos envueltos con una manta sin poder darnos vuelta, menos mal que en esoslugares no existe animal alguno que nos molestara durante el sueño, pero rogando a Dios que la fatalidad no nos juegue una mala pasada porque cayendo un proyectil sobre esa inmensa mole la partía y nos aplastaba sin remedio alguno, un domingo nos reunimos todos en medio del campo porque un sacerdote iba a oficiar misa, estábamos rezando comprenetrados en lo que sucedía en ese momento que de pronto y de sorpresa apareció un avión inglés casi a ras del piso, zigzagueando y a una velocidad que ni el piloto mismo se habrá dado cuenta que pasó por sobre un grupo numeroso de soldados reunidos, puesto que si lo sabía con una de sus bombas nos hacía desaparecer en segundos, grande fué el susto que de inmediato corrimos a ocupar posiciones de combate, después de hacer confeccionar los resguardos para las piezas y para todo el personal, me aboqué junto con mi soldado furriel a construir un resguardo para cubrirnos los dos de las inclemencias climáticas porque no había forma de resguardarse de los proyectiles dirigidos desde los barcos.
Así continuamos esta odisea de seguir siendo hostigados por los fuegos navales que día a día aumentaban en poderío y cantidad de barcos quienes ya cubrían los alrededores de las islas, cayendo los proyectiles de cualquier dirección y en cualquier lugar, ya hasta estos momentos los proyectiles enemigos cobraban tres vidas inocentes de los ex-Soldados conscriptos (Pizarro, Montenegro y Zalazar) quienes en esos momentos se encontraban apostados de guardia en posiciones vecinas pero que también pertenecían a nuestro Grupo Aerotransportado, éstas pérdidas las sufrió un compañero de curso el que también tenía el mismo cargo mío, y que también estaba en la isla con su Batería de Tiro , siendo cada vez más peligrosa nuestra permanencia en las mismas, según se decía que habían mas de veintiseis barcos rodeándonos y que a la noche nos atacaban, nosotros nos sentíamos tan impotentes que lo único que podíamos hacer era rezar con nuestro rosario y abrazar nuestro fusil esperando que Dios diga hasta cuándo seguiría ese sufrimiento, nos llegó la noticia de la visita Papal para el 10 de junio que estaba programada para la Argentina, ése mismo día parecía que fuera a propósito mientras en el continente victoriaban al Sumo Pontífice nosotros estábamos siendo atacados por los barcos y aprovechando la confusión el enemigo comenzó a desembarcar sus tropas en bahía San Carlos, parte sur del estrecho que separa las dos islas, superando en número a los pocos apostados en esos lugares y después en números a todos los que defendíamos las mismas en toda su extensión, estos jóvenes muchachos los que en gran mayoría pertenecían a cuarteles del litoral, fueron las primeras víctimas de sus fuegos y armas blancas que según también disponían, a partir de esos momentos la situación comenzó a tornarse muy tensa, pués esta espera nos hacía sentir mal por no poder ayudar a los nuestros que daban sus vidas en primera línea debido a que desde ese lugar hasta nosotros había setenta kilómetros de distancia, lo que nos llamó poderosamente la atención primero fué que nuestros aviones se transformaban en héroes al entrar en acción, pero lo peor era que no nos enviaban los suficientes para contraatacar y expulsarlos, nunca sabremos cuál fué la estrategia de nuestros superiores, otra fué que nosotros estábamos vestidos con ropa natural y abrigados hasta la cabeza lo que nos impedía movilizarnos con mayor rapidéz, en cambio ellos tenían ropa especial con un sistema de calefacción interior, sus fusiles de todas las marcas del mundo y munidas de una mira telescópica infrarroja, la que les permitía apuntar aún en la obscuridad, pero a pesar de la gran diferencia existente no les fué muy fácil avanzar teniendo que aumentar y reemplazar personal y armamento que utilizaban siendo estos, algunos como los morteros, de uso descartables, lo que nos lamentábamos era que solamente entraron tres cañones Sofman en distintas fechas cuya distancia de tiro alcanzaba a 24 kilómetros, uno pudo funcionar con lo que corríamos los barcos intrusos, pero no alcanzó el tiempo para la instalación de los otros porque la humedad hacía difícil el fraguado de la base de concreto que se necesitaba para asegurar su apoyo.
Entre el 11 o el 12 por la noche mientras tratábamos de descansar un proyectil de cañón naval pegó a metros de mi refugio por el cuál se produjo un incendio que al parecer, me había dado a mí y al asistente, todos creyeron que habíamos muerto, pero al otro día verificaron que no había pasado nada por suerte. (anexo 4).
Pasaron así tres días hasta que por la noche y madrugada del cuarto, comenzaron a caer los proyectiles de su artillería sobre nuestra posición siendo repelida por la nuestra la que lo hacía escalonadamente produciendo desvande entre ellos, durante estos ataques tuve dentro de mis hombres dieciseis soldados heridos y un suboficial en idénticas condiciones, el que perdió un ojo al recibir un esquirlazo, el que entró en su rostro por el pómulo izquierdo, alojándose detrás del ojo del mismo lado, por esto agradezco a Dios no haber tenido ningún muerto durante los enfrentamientos, se peleó durante toda una jornada hasta la noche siguiente o sea la madrugada del 14 de junio, en la que nuestro Gobernador en las islas ordena la rendición de la totalidad de las tropas siendo las cuatro de la mañana, orden que fué desoída por nuestro Grupo el que siguió combatiendo hasta terminar la munición, la que era trasladada a mano por falta de medios mecánicos para hacerlo, eso ocurrió a las ocho de la mañana, viéndonos imposibilitados de seguir recién se acató la orden y se ordenó replegar hacia el pueblo donde nos reunimos en los alrededores de la iglesia, una vez todos juntos y antes que ninguna otra actividad todos tratamos de inutilizar nuestros fusiles clavándolos en el suelo barroso, a las pistolas las tiramos al agua tratando de no dejar nada para que ellos pudieran utilizarlos, mientras ocurría todo esto los helipcópteros llamados “Chinú” acarreaban los cuerpos, algunos mutilados de nuestros soldados ya inertes, a los que los dejaban al lado de donde hoy es el cementerio Argentino, grande fué mi sorpresa cuando ví flamear una tira de Cabo sobre el pecho de uno de ellos, corrí hasta allí saltando sobre los cadáveres pensando que se trataba de uno de mis subordinados que anteriormente había sido herido por las esquirlas, pero me tranquilicé en seguida al verificar que no se trataba del mismo; con una pala mecánica se cabó una fosa inmensa donde se los colocaba uno a la par del otro y después se los tapó con la misma colocandoseles luego las cruces blancas con las inscripciones de cada uno de ellos.
Luego que ubicamos a los soldados dentro de grandes galpones de YPF fuimos a ocupar los Suboficiales unas casas abandonadas, entramos a una de ellas la que parecía ser de un oficial de alto rango inglés nos dispusimos descansar para esperar el futuro destino que nos esperaba, al mediodía aprovechamos la mercadería que se encontraba en el lugar y preparamos unas tazas de chocolate con galletitas y dulces con lo que festejamos aunque con un poco de amargura mis cumpleaños.
Ya por la tarde siendo aproximadamente las tres irrumpieron varios soldados ingleses los que por medio de señas nos indicaban que en cinco minutos debíamos abandonar el lugar, al salir y encontrarnos todos nos dijeron que avancemos hacia el aeropuerto, desde ese momento se produjo el éxodo, no existiendo vía gerárquica ni grados, todos cargamos lo que podíamos en el bolsón y caminamos bajo una tenue llovizna y peor aún en medio de las burlas de los ingleses quienes se paseaban con los vehículos de nuestros jefes y daban rienda suelta a su alegría al haber salido victoriosos, una vez llegados al aeropuertocomenzó la gran e interminable espera para que pudieran dar la orden de embarcar, pero después de varias horas nos hicieron regresar al puerto porque nos llevarían en barco, nuevamente el éxodo pero esta vez al puerto distante unos diez kilómetros del lugar , caminando por supuesto, partimos aproximadamente a las dieciocho horas llegando a las veintidos, a medida que llegábamos íbamos formando una inmensa fila a pesar que continuaba lloviendo, nosotros estábamos a cinco cuadras del primer puesto de control, donde al llegar que fué a las dos de la madrugada, nos hicieron sacar todo el correaje, cordones de los borceguíes y todo lo que transportábamos en las manos, en algunos casos con mucha prepotencia, un oficial quiso demostrar su coraje contestándoles pero lo castigaron como a un delincuente, luego de esto nos subieron a unas barcasas las que nos trasladaban a un lujoso barco con aproximadamente siete pisos, el que en su parte posterior decía: “Camberra”, que supuestamente anteriormente fuera averiado e inutilizado por nuestros aviones, al llegar a cubierta nuevamente y por segunda vez fuimos requisados, esta vez haciéndonos sacar toda la ropa y luego vestirnos nuevamente, después nos hicieron caminar alrededor del buque subiendo dos o tres pisos y pasando alrededor de una pileta de natación, alojándonos dentro de un gran salón alfombrado, cuyas ventanas estaban cerradas y empapeladas del lado de afuera para evitar nuestra visión al exterior, no podemos precisar el tiempo que estuvimos parados en el mismo lugar, pero en algún momento del día siguiente, un compañero nuestro encontró una razgadura de lo que cubría el vidrio y fué por donde vehíamos que estábamos todavía frente a la isla.
Luego serían aproximadamente las diez de la mañana sentimos que el buque se movía porque nos mareó un poco y vimos que comenzamos a girar alrededor de las islas durante todo ese día, al anochecer siguiente al parecer decidieron dirigirse hacia nuestro continente, por los altavoces nos hablaban tratando de hacernos creer que una flota de diez aviones argentinos nos venían a atacar con el fin de hundirnos a todos, fué muy fuerte la forma que nos querían convencer para que nuestra actitud y forma de pensar cambiara, lo que en algunos casos casi lo logran porque hubo compañeros que casi se dejan engañar por sus nervios, luego de algunas horas de viaje y ya un poco mas familiarizados con nuestros custodias comenzaron a tener con nosotros un trato mas cordial y que cada hora que pasaba mejoraba, también es de notar que teníamos asignado un turno a las once horas y el otro a las diecisiete para alimentarnos, haciéndolo en el comedor del buque, el que tambié nos mostró su lujo y pulcritud tanto en los cocineros como en sus vajillas y elementos que usaban, al tercer día de viaje por los altavoces nos anunciaron que desembarcaríamos en la ciudad de Montevideo (Uruguay), pero sin decirnos nada al otro día en horas de la mañana lo hicimos en Puerto Madryn (Chubut), luego del desembarco el cuál se hizo en perfecto orden, nos trasladaron en camiones a la base militar de la zona, las calles se llenaron de personas a nuestro paso quienes nos aplaudían y vivaban, nuestro corazón quería estallar de emosión al sentirnos nuevamente seguros dentro de nuestra patria.
Ya en los cuarteles nos tomamos un buen baño, nos hicieron un pequeño ágape brindando con un desayuno cargado, de inmediato nos llevaron a la pista de aviones de la Fuerza Aérea desde donde nos trasladaron directamente al Palomar (Buenos Aires), y desde allí en camiones a la Escuela de Suboficiales “Sargento Cabral” de Campo de Mayo, luego de nuestra llegada y habernos bañado y cambiado la ropa, me anunciaron una visita muy especial, la que me esperaba en la dirección de la escuela, se trataba de la Sra Amalia Lacroze de Fortabat, a quién yo en una oportunidad y sin pensar en retribuciones le escribí una carta solicitándole su padrinazgo a nuestra Batería, no recibiendocontestación alguna en las islas, pero tal fué mi emosión y alegría de pensar que esta gran señora dejando cosas más importantes se tomara un tiempo para venir a demostrarnos su cariño, en esa oportunidad le presenté una sección de la Batería a los que les hizo unos regalitos, ofreciéndonos que en el futuro quién la necesite solo tenía que visitarla, en cuanto a mí me regaló un reloj, por todos le agradecí y quedé en visitarla en otra oportunidad en su oficina.
Entre aclimatación, descanso y un intenso chequeo pasaron cinco largos días, en los alrededores de la misma escuela, se agolpaba la gente deseando saludarnos, tocarnos y escuchar nuestros testimonios en las heladas y lejanas islas.
Pasado esto nos trasladaron a la estación de ferrocarril de la ciudad de Bella Vista (Bs As) desde donde nos trasladaron hasta la homónima de “la Calera” en la provincia de Córdoba, una vez en la misma la gente se reunió en una gran cantidad quienes trataban de ver a su hijo, padre, hermano, tío, esposo y algunos solamente para cerciorarse verazmente que su ser querido quedó allá en la fría tierra hoy nuevamente usurpada, en tanto mi esposa corría de un lado a otro esperando verme y cuando nos encontramos nos estrechamos en un fuerte abrazo que llamó la atención al diario “La Voz del Interior” quienes nos tomaron una foto la que lamentablemente hoy no la pude conservar por razones obvias.
Esto es todo lo que guardo en mi memoria, espero que nuestros muertos no hayan derramado su sangre en vano y que esas tierras que alguna vez tratamos de mantener para nuestra patria, que nuestros gobernantes se sientan seguros que a pesar de no tener armas para luchar contra el mundo, nuestros soldados poseen un valor inigualable y un coraje que pocos lo tienen y que aquellos que qudaron sin vida, sean los eternos centinelas e iluminen las mentes de los cancilleres para que Malvina y Soledad sigan siendo para todo el mundo…. ¡¡¡ARGENTINAS!!!
¡¡¡VIVA LA PATRIA!!!




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